Pay-Pay, 15 de mayo

Aún no sé qué escribir sobre esto. Es tanto lo experimentado desde que llegué ayer a Cádiz y hasta ahora que me siento a saborear…

De sueños se puede vivir, aunque Miguel de Unamuno discrepe (“De razones vive el hombre, de sueños sobrevive”). Yo tengo la suerte de soñar en pequeñito, aunque se pueda pensar que no sé o que el crecer me hizo olvidar. La cuestión es que mis “grandes” metas son “llegar a tiempo a la gente”, “disfrutar del silencio” o “cantar” entre otras cosas.

Todo eso lo tuve ayer de un golpe de fortuna en pleno corazón.

Desde que mi torpe pie cruzó el umbral del café teatro Pay-Pay en Cádiz me embargó la serenidad. Supe, no sé de qué modo, que habían dado mis siete en punto.

Y me sentí muy vivo, y bailé con la fortuna esa coreografía que tantas veces he visto pero que poco he danzado, y llegué ahí arriba, al escenario “Javier Ruibal”, y abrí la noche (Entre sueños, serenatas de guitarras que anuncian que empieza la fiesta, abro la noche), y de repente silencio, puro y acogedor silencio de ojos clavados bebiendo melodías, y me dedico a musicarlos con acordes que ya me sé de memoria y de sentimiento, y en breves segundos… acaba.

Desde ese momento todo es sonrisa esbozada y paz, y disfrutar de mis compañeros y sentir escalofríos “a la altura justa de tus ojos” y gente conocida y música… ¿qué más pedir?

(Gracias a todos, TODOS, que no se olvide ninguno)

Imagen: Ende García