martes, 29 de junio de 2010

Para empezar a contarte…

189 Para empezar a contarte

Después de varios intentos fallidos, llegué a la conclusión de que sueno “imperfecto”. E imperfecta quise que sonara mi primera grabación.

“Para empezar a contarte…” es mi determinación de caminar, mi primer paso.

Hay 17 pre-maquetas “fuera”, las cuales repartí en el concierto del día 26 de junio junto a Fran Fernández, casi todas caídas en manos de buenos amigos, y que presenté de esta manera:

Para poder llegar a un destino, cualquiera que se desee, son necesarias al menos dos cosas: saber a dónde se quiere llegar y tener claro el punto desde donde se parte. “Para empezar a  contarte...” es mi punto de partida: así soy, así sueno. Para empezar a contarte quién digo ser nace esta pre-maqueta, grabada “de un tirón”, sin arreglar, con los desatinos y aciertos que tienen las cosas  espontáneas. Aquí dentro conviven canciones de cuando comencé a componer y también algunas de la “nueva hornada”


Tienes hoy en tus manos “mis primeros pasos” y mis deseos de seguir caminando.

Que los disfrutes.

He abierto la puerta a las canciones, ahora que lleguen donde quieran llegar.

lunes, 28 de junio de 2010

Sed de música (Concierto del 26 de junio junto a Fran Fernández)

- Debes saber que no es casual. Cantar es por necesidad -

Después de tanta sed de música, de imaginar cada minuto del concierto, de esperar cruzar las miradas con “mi” gente… Al fin llegó el día acordado, 26 de junio para ser más exactos, y mi espíritu daba saltos de emoción haciendo sentir un cosquilleo en mi barriga. –Me prometo seguir temblando cada vez que suba a un escenario. – me repetía a mí mismo. A tal punto llegaba mi estado que preparando el concierto olvidé las canciones que tanto he repetido y que me sé de memoria.

Pero llegó el momento y la calma conquistó mis sentidos justo en el momento en que la voz de mi hermano Dani pronunciaba mi nombre (u otro parecido…) y puse el pie en el escenario.

Desde ahí todo es fluir. Me sentí mero instrumento de la música que hasta ese entonces había estado anudada a la boca de mi estómago y me sentí pillo, y miré con descaro a la gente, como queriendo cantar también con la mirada, y a veces cerré los ojos y sentí que lo que cantaba era nuevo, y me llevé al bolsillo sonrisas cómplices y guiños y algunas palmas y el color rojo de las mejillas de Silvia y el “¡guapo!” de Víctor y tantas otras cosas… Y ya no pude bajar del escenario, porque andaba un palmo por encima de él.

Entonces llegó Fran (Fran Fernández), mi compañero en esta odisea, y de nuevo la música fue mi propiedad, volvió a mi desde su voz y sus acordes y retumbó en mi interior el “Eco del tiempo” que había estado preparándose para esa noche. Y desde esas doce cuerdas sonaron las notas que recuerdan que “la vida es una canción”. Esta vez estaba dispuesto a cantarla.

Cantarla acompañado y acompañando, que en este mundo de la música lo mejor son los cruces de los caminos, para cambiar de pulmón y meterse en la piel de otras melodías.

188 Sed de música

Y acabó, como acaban las buenas historias, dejando paso a otros cuentos que esta noche no vienen al caso, pero que forman parte de concierto que es la vida.

viernes, 11 de junio de 2010

La virtud de caminar despacio

Una fea costumbre que tengo es la de llegar siempre cinco minutos antes de la hora pactada. Me gusta esperar

Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos

(Capítulo XXI de “El Principito”)

Lo que puede conmigo es hacer esperar a los demás, porque no todo el mundo cultiva la paciencia.

Es por eso y porque siempre salgo de mi casa aproximadamente media hora antes sea cual sea el sitio en el que haya quedado, que siempre voy vista en suelo y música a buen volumen, como poniendo banda sonora a mi camino, viendo actuar a mis pies. Es costumbre, manía… como quieras llamarlo. El zorro del principito lo llama “rito”.

Hoy sin embargo he tardado cincuenta minutos en volver del centro de la ciudad, un trayecto que normalmente me toma unos veinte (si no menos), no sólo porque “ande” regular del tobillo y la muleta me enlentezca, ha sido más bien que, visto que iba a tardar en regresar, he tomado la decisión de ralentizar mi paso y jugar a que el tiempo no es esencial, a que nadie me espera, a que todo el girar del mundo se  reduce a este simple paseo. Sí, paseo, “paseo”, ¿alguien se acuerda del significado de esa palabra?.

He bajado el volumen de mi música hasta el punto de escucharla realmente de fondo, he acompasado mi paso al ritmo, pero saltándome compases, para poder ir más tranquilo (Un paso cada dos o tres  golpes de bombo), he levantado la cabeza del suelo y me he dedicado a observar lo que ocurre en mi ciudad.

Y he comprobado que la gente no conoce la virtud de andar despacio, que se centran en la meta y pierden casi todos los detalles del recorrido, he visto que nadie camina, que sería más indicado definir el paso como “correr despacio”, que se pierden el disfrutar de las sensación de consagrar cada pisada al crecimiento personal…

Y he decidido que mi paso será más pausado desde hoy. (¿Cuanto tardaré en traicionar mi nueva determinación?)