lunes, 29 de noviembre de 2010

Padezco curiosidad

237 Padezco curiosidad

- Padezco curiosidad. Siempre he sido de los que, paseando cerca de un muro, van dando saltitos para mirar la vida que transcurre tras él. Afán de conocimiento suelo llamar a esta curiosidad que remueve mis tripas y me hace reaccionar. Soy de los que abren los ojos debajo del agua del mar, mientras bucea, sabiendo que la sal escuece y enrojece los ojos, pero me niego a perderme algo de lo que haya por el fondo. De hecho suele darme cierta angustia el bañarme en aguas profundas, precisamente por no poder ver qué hay debajo. Me encanta la teoría del ensayo-error, sobre todo por el ensayo. De hecho me glorío de la extensa colección de cubos de Rubik que poseo y de la que voy aprendiendo movimientos nuevos con el uso -que conste que digo “cubos” por generalizar, pero tengo esferas y otros prismas-. Me identifico con esas personas que, al no funcionar cualquier aparato, lo toma consigo y, destornillador en mano, va despiezando y “asimilando conocimientos” mientras se le escapa de vez en cuando un “¡Hala, mira lo que había aquí!”. Una muestra más de esta “aflicción curiosa” es que cuando un libro cae en mis manos lo primero que miro es el número de páginas. Eso sí, no me gusta leer si no es desde el principio, prólogo incluido. Tampoco me salto páginas, temo perderme algo, importante o no. No sé…. Suelo empezar a utilizar las nuevas tecnologías manual en mano… indago hasta encontrar nuevas funciones en las radios de los coches… leo los prospectos de los medicamentos… Le cuento lo último: Bastaba con tener un collarín y no poder girar el cuello, y estar tumbado boca arriba en la camilla de la sala de urgencias, para querer controlar todo lo que pasaba a mi alrededor: la pareja que discutía a mi derecha, o esas dos mujeres que hablaban de la precariedad de urgencias de los hospitales, o los doctores que pasaban por allí después de su café comentando los turnos de guardia… Pues eso, que padezco curiosidad, doctor, y creo que es crónica. ¿Qué me recomienda?

- Que la sacie.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Sigo igual… pero hay que aprovechar el tiempo

Pasan los días como si no quisieran marcharse, como si al dilatarse el tiempo me recuperase con más rapidez. Pero no es así, continúo con las mismas molestias del segundo día (el primero no tuve tiempo de dolerme) y ahora me duele también el tedio.

Paso el día medio sentado, medio acostado, con el pc encendido para saber que el mundo sigue girando. Poco me importa si llueve o hace un sol de justicia, y sólo soy consciente del clima a través del oído, ya que la lluvia golpea los plásticos de los tendederos, y de la claridad que entre por mi estor echado (lo tengo echado porque no me apetece que el vecindario me vea adoleciendo, que bastantes visitas tengo ya)

Uno tiene que maquinar para no sentir que pierde el tiempo y mi objeto de entretenimiento hasta hoy ha sido mi “promoción personal”. He dedicado estas horas “muertas” a actualizar mi perfil de Myspace como “mis extensos conocimientos de informática” me han dado a entender.

Y ya que escribo un blog y voy contando mi vida en fascículos coleccionables, aunque reconozco que últimamente menos, pues he pensado que qué mejor que presentaros el resultado, ¿no?

¡OS PRESENTO MI NUEVO PERFIL DE MYSPACE!

No dejéis de visitarlo, tiene 3 canciones de la maqueta, un slide con algunos carteles de conciertos, muchos vídeos…

236 Hay que aprovechar el tiempo

http://www.myspace.com/curroayllon

 

P.D: Se aceptan contrataciones…

jueves, 25 de noviembre de 2010

Los milagros existen, lo aseguro

No pensaba escribir nada acerca del accidente, pero me siento en la obligación moral de afirmar que LOS MILAGROS EXISTEN. Así que aquí os dejo todo lo vivido:

Hace dos días, terminado el trabajo, tomé el coche de vuelta, ya que había quedado con Manme para hablar. como iba con bastante tiempo paré en la gasolinera y llené el tanque de combustible, con calma, para no llegar muy temprano a la cita. La gasolinera y mi trabajo distan como mucho 30 metros, se separan por una carretera que termina en una rotonda y una pista de padel, propiedad de “los limoneros”, un complejo polideportivo en el puerto de la torre. Al terminar de repostar salí con cuidado porque había empezado a llover, giré a la derecha y continué mi camino por la carretera que llaman “nueva” a pesar de los muchos años que tiene.

Menos de un minuto después ocurrió todo.

La carretera es de doble sentido, con sólo un carril para cada sentido, y a los lados nada, sólo monte. No suelo circular rápido por ahí porque ya me llegó una multa de tráfico por ir a 62km/h en esa misma calle, y uno aprende a base de palos. Casi llegando al final de la carretera el coche que venia en sentido contrario patinó debido a las primeras gotas y se salió de su carril, metiéndose de lleno en el mío. En ese momento en el que yo vi la parte de delante de ese coche pensé: “Aquí me quedo”, “No me da tiempo a frenar”, “¿Tiro del freno de mano?”, “Y ahora ¿qué?”, “Tengo el cinturón puesto, ¿pasará algo?”, “No lo cuento”… Dicen que tu vida pasa en esos segundos, a mí me dio tiempo a hacerme todas las preguntas del mundo.

Y chocamos frontalmente. Y entonces Dios me puso la mano en el hombro (tal y como os lo cuento) y me vino la serenidad. Tuve la templanza suficiente para pensar “Tengo que quitar el contacto y apagar las luces”, eché el freno de mano y salí del coche para preguntar al otro implicado qué tal estaba. Entonces fue cuando empezó a dolerme fuerte el cuello y a marearme. Me acerqué a la acera y me senté y llamé a Manme para que viniese a buscarme y a mi madre para contarle lo sucedido, siempre calmado y explicando con detalle.

Dos minutos después apareció la policía secreta, que pasaba por allí de casualidad, y ya me tumbaron en el suelo. A partir de aqui no me enteré de mucho, ya que únicamente podía mirar hacia arriba, pero me encontró un compañero de trabajo y se quedó conmigo hasta que vinieron los del 061. Cuando llegó Manme, lo único que acertaba a decir era “vacíame el coche, cógelo todo, los peluches, que son muy importantes para mi, los patines que están en el maletero, y los papeles, que me llevan al hospital y no puedo hacerme cargo”.

Pasé la tarde en el hospital viendo caras conocidas, mi compañero de cole, mi cuñado, el hombre que chocó conmigo, que también acabó allí… Me hicieron muchas pruebas y radiografías y al final el “veredicto” fue: esguince cervical y contracturas en la zona del cinturón de seguridad.

Del coche no tengo ni idea, no pude verlo antes de irme en la ambulancia…

 Los que han visto el estado de mi coche me felicitan por mi nueva vida.

YO ES QUE CREO EN LOS MILAGROS, TENGO LA CERTEZA DE QUE EXISTEN.

235 Los milagros existen

Ahora me queda la recuperación, que tardará un poco. Pero estoy bien, bicho malo nunca muere, dicen…

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Nada

- En mi búsqueda de Dios me encontré nada. Y en esa nada me encontró Dios a mí -

martes, 2 de noviembre de 2010

Sobre la Vigilia de Haití (30-31 Oct)

El día pintaba feo, nublado y amenazante, y yo no tenía ganas de viajar porque me adolece este pesimismo, compañero de trayecto estos últimos días. Como agravante el madrugón, que me hizo comenzar con un humor de perros, y el pesado “equipaje” que tenía que cargar yo solo en el coche, que está una planta por debajo del suelo, viviendo yo en un noveno (por encima, claro está).

- Habrá que ponerse en marcha y que sea lo que Dios quiera – pensé – todo sea por Haití y por mis hermanos, que ya se han comprometido a ir.

Así que allá voy, camino de Sevilla, de mal humor, pesimista y con lluvia porque el cielo cumplió su amenaza, pero confiado en el cambio con esperanza (que dicen que es lo último que se pierde)

Dos horas y pico, casi tres, llegué al lugar indicado, previa pérdida por Sevilla, callejeo y demás, y lo primero que me encontré fue un abrazo de Alfonso (mentira, lo primero que encontré fue un aparcamiento en la puerta, pero ese es un detalle fútil  [vamos, usen el diccionario… baladí, trivial, nimio, despreciable… fútil]) También me encontré con el inminente montaje de las luces y el sonido de la vigilia, todo a nuestro cargo y empezamos nuestro “ora et labora” particular. Montado y desmontado el puente de luces porque al final no nos sirvió, y montadas las “T” donde definitivamente colgamos los focos, fui a lavarme las manos y de nuevo otra sorpresa: ¡Vero y Vargas allí, después de más de un año sin vernos! (“Eres el hombre que más alegría me ha dado encontrarme en la puerta de un cuarto de baño, te lo aseguro” le dije a Vargas)

Pasó el día entre luces y cables y cuando quisimos darnos cuenta se nos había echado la tarde-noche encima y habían llegado casi todos nuestros hermanos con la consecuente bienvenida y alegría. Así que llegó la misa y con ella la Vigilia: “Haití te necesita a ti”. Nos necesitaba (y nos necesita) a cada uno de nosotros y respondimos lo mejor que supimos.

Pero a mí me esperaban más grandezas: cantar con Ixcís después de meses, emocionarme con la voz dulce de Almudena, abrazarme a Judith, dejarme arrastrar por Pedro una y otra vez a los micrófonos para compartir canto y vida con Brotes de Olivo, Almudena, Pedro Sosa, Nico y Migueli… (“Venga Curro, ¿vamos a cantar?” me decía)

Soy incapaz de contar todo lo sentido pero no de cantarlo: “El Señor es mi pastor”, “Yendo contigo”, “Más que un sueño”… Cada una de las melodías me cantaban a mí, a lo que sentí. Y fue grande, inmenso, un estallido de la fe y la música que llevaba dentro.

Y terminó, como termina todo lo bueno, en un suspiro, y me dejó un sabor a Vida (con mayúsculas) que aún hoy paladeo y un deseo generalizado de repetir la experiencia más a menudo.

“Haití te necesita a ti” rezaba el lema pero yo necesitaba la Vigilia para despertar de nuevo.

No sé cómo llegué a Málaga al final de esa noche, si en coche o levitando.

El fruto de todo esto sólo Dios lo sabe, rezaremos por que sea abundante.

Gracias a todos y cada uno de mis hermanos por la experiencia compartida. De verdad, GRACIAS.

(de la oscuridad a la luz en el mismo día)

Andaluz, sí, pero no así

Soy Andaluz prácticamente desde que nací (jeje) y considero que tengo un acento bastante característico (vamos, que se me nota el sur) aunque no tan marcado como otras personas.

Yo hablo el Andaluz (que no es más que el castellano con acento) pero para nada me siento identificado con un idioma absurdo que se han inventado unos señores que dicen llamarse de la ZEA (Zoziedá pal Ehtudio’el Andalú) y cuyo secretario, llamado “Huan Porrah” (Juan Porras, ahí es ná) ha aparecido esta mañana en una “fascinante” noticia en el diario 20 minutos.

He intentado buscar la noticia en la web pero no aparece, aunque da igual por os la he escaneado si os interesa. Sí que hay una encuesta absurda que podéis ver aquí: http://www.20minutos.es/noticia/431877/0/andaluz/castellano/

234 Andaluz si pero no asi

La cuestión es que da vergüenza leer la noticia porque usa palabras como “mubimiento”,“baló”, “zobretó”, “ombrigo”, “moh kreemoh”, “munxo” o “z’apriende”, que digo yo… ¿el Andaluz se tiene que escribir por fuerza con faltas ortográficas? porque yo jamás escribiré “yeba” en vez de lleva. Me reitero, DA VERGÜENZA.

Después del destrozo lingüístico, este hombre que dice ser “Dohtó en Antropolohía zoziá i kurturá”, se atreve a afirmar: «La ZEA no bemoh rezibío otabía ni un euro de la Hunta‘e Andaluzía, anke zí bemoh ohtenío argunah ayugah bariah d’armenihtrazioneh mah zerkanah (diputazioneh de Málaga, Zebiya i Graná, ehz.)»

Lo que me extraña es que te hayan dado alguna vez dinero por eso, amigo.

Concluyo: Andaluz, sí, pero no de esta manera. (Por cierto, si alguien necesita traducción de la noticia que me lo diga)

Os dejo el enlace para descargar la imagen en formato .psd con el tamaño original: http://www.megaupload.com/?d=0L6E623W

lunes, 1 de noviembre de 2010

Todo es igual

Todo es igual.

Me levanto a las siete de la mañana y me digo a mí mismo: “cinco minutitos más…” Ando cabizbajo por mi casa intentando que no me aplaste el peso del madrugar; me lavo la cara y me pongo el uniforme para salir a trabajar; conduzco; hago la ruta que me toca, llego al centro y doy los buenos días en facebook; Pienso: “qué ganas tengo que den las seis de la tarde”; entro al taller; pongo el trabajo; me siento al ordenador; hablo con ellos; desayunamos; se prepara el té; volvemos al taller; se llega la hora del almuerzo; me acuesto en el sofá de la residencia en mi tiempo libre; pasa el resto de la jornada tan lento que cada segundo parece que pasa delante de mí y me sonríe; definitivamente llegan las seis; vuelvo a mi casa; meriendo; enciendo el pc; patino o paseo o juego a la consola o ando en bicicleta o compongo canciones… Voy a un concierto; paso la tarde; río; disfruto; salgo con los amigos; recibo abrazos (recibo abrazos); canto; vivo… Acaba el día y duermo, a la espera del día nuevo.

Todo es igual.

Pero gris.