Cada vez me cuestan más las despedidas. Se me va la vida mirando hacia atrás cuando emprendo el regreso, y pienso que mi sitio está ahí, o allí, o en cualquier otro lugar que no sea en el que estoy. Me embaucáis con vuestros abrazos y vuestros “te quiero, hermano” y disipáis mi tristeza, que vuelve en el instante del primer paso camino a “casa”. Me miráis con una mirada limpia y me queréis por mi nombre y no por mis adjetivos. Me pensáis en plenitud, en la que todavía no he alcanzado, en la que no sé si alcanzaré. Sabéis que no soy nada y me descubrís pobre y aún así me hacéis valer. Os preocupáis por mi (No es algo que hagan muchos).
¿Cómo no dolerme cuando os dejo? ¿Cómo no rogarle a Dios que me conceda un nuevo encuentro, agradeciéndole que me haya tropezado en mi torpe camino con cada uno de vosotros? ¿Cómo no amar esa tierra donde sonrío?
Disculpad mis atropellados pensamientos. No sé expresarme con claridad con mil deseos y sueños paliativos para este dolor de alma.
…No me toméis en cuenta, hoy no sé sentir a derechas y le doy muchas vueltas a las cosas (más incluso que normalmente). Simplemente quería deciros que cada vez me cuestan más las despedidas. Será que cada vez os quiero más.
Espero que sepan todo esto
ResponderEliminar-que de algun modo, seguro les llega-
porque merece la pena oírlo. Saber que alguien les aprecia tanto.
Un abrazo (de Bienvenida)
¿estabas desordenado hoy? ains...
ResponderEliminarNo estaba desordenado, estaba currándose Agosto, lo conoceré yo!!!!! jejejeje
ResponderEliminarChe que bó!!!!!