Una vez me dio una lección de vida. Acabábamos de incorporarnos de nuevo al taller, tras unas negras Navidades. Un amigo nos había dejado para subir al cielo y no sabíamos cómo comunicarlo a sus compañeros de taller porque nos asustaba su reacción. Hicimos acopio de fuerzas y comunicamos la noticia, y ella respondió llanamente “Morir es de Vida”.
Supe desde ese momento que tras esa cara de dormida se escondía una persona sabia y con experiencia, pese a su discapacidad.
Hoy ha decidido que “ya es bastante” y se ha marchado con su compañero. Disfruta del cielo y Vive.
No puedo evitar recordarla cantando “la camisa negra” a su manera o cambiando la letra de las canciones de camela (“Un trella sin estrella nada más…”), o cómo ponía cara de circunstancia cuando alguna chica se acercaba a “su bombón de chocolate, pero sin azúcar”. Recuerdo cuando me hablaba de “su hijo Kike” y cuando piropeaba a “su Sánchez” y se ponía colorada. Recuerdo sus manos de muñequita de porcelana, pequeñita pero siempre llena de anillos que le regalaban sus hermanas, o yendo al comedor todos los días con un collar diferente. Recuerdo tantas cosas que aún me parece mentira…
No creo que te merezcas una despedida de llantos. Te mereces un recuerdo y una sonrisa al escribir esta entrada. Un “Morir es de Vida”
A Vito.
Genial homenaje, Curro! Y sabes? estoy seguro, que -de algun modo- esto le ha llegado.
ResponderEliminarÍdem
ResponderEliminarEs la clase de recuerdos que cualquier persona podría sentirse orgullosa de dejar en los demás.
ResponderEliminarUn saludo.
Y yo recuerdo, sobre todo, una sonrisa diaria acompañada de un buenos días. A ella nunca se le olvidó desearnos un buen día a todos, y seguro que lo sigue haciendo desde donde esté.
ResponderEliminarYo me quedé debiéndote una visita a los delfines y un paseo por el parque de las palomas. Cuando vaya espero que estés conmigo.
Trini