(Aviso al lector: No debe usted tenerme demasiado en cuenta)
“No sé muy bien cómo explicarte: Es como si te viese encerrado dentro de una botella. Puedes abrir el corcho si pones de tu parte y dejar salir al Curro que ríe, que se ilusiona… Pero no lo haces. Eso es lo que no sé. ¿Por qué no lo haces?”
“Estás viviendo cosas muy bonitas ahora, pero esa tristeza lo ocupa todo, se lo come todo, y no eres capaz de separar, por eso no sabes contestar”
Últimamente me descubro triste, sin fuerzas, sin esperanza, sin fe. Siendo franco, ya no sé por dónde me vienen los tiros, pero sé a ciencia cierta que todos hacen blanco en el pecho. Dejo de hacer cosas que antes me ilusionaban, olvido o simplemente aparto para centrarme en este mal tan feo al que no se le recuerda principio y al que no sé verle el fin. Utilizo cualquier excusa para pasear y enmarañar mis ideas y no me permito llorar porque «me da miedo llorar solo». Bajo la cabeza y me hundo a pesar de que recuerdo haber luchado contra eso en otras épocas y prometí no volverlo a hacer.
Y sufro. Porque soy muy malo ocultando estados de ánimo. Porque lo plasmo en este blog, siempre terapia particular, pero compartida con el exterior. Porque me cuesta encontrar la siguiente puerta que alguna vez ha de llevarme a la salida y son varios meses de abrir puertas equivocadas y de retrocesos. Porque siempre es Viernes con otros nombres.
Quiero escribir cosas alegres. Quiero dejarme salir.
Curro,... me he permito aflojar un poco la tapa de esa botella; aprovecha ahora!
ResponderEliminarEl corcho, perdón! el corcho de esa botella;
ResponderEliminaraprovecha ahora!
Aquí Juan, sabes? me recuerdas a Lázaro y la losa. Te queremos.
ResponderEliminar