viernes, 9 de octubre de 2009

Agotado

Abro la puerta de casa y me esperan, atrincheradas tras el sofá, cuatro palabras que se clavan en mi sien y dejan en mi paladar un sabor a derrota.

“¿Qué tal tu día?”. Bueno… malo. Bueno, bueno no, malo. Estoy realmente cansado. Es como si no me hubiesen quedado reservas para acabar el día. Ando pesado, como arrastrando el alma por las baldosas del salón, hasta la silla azul con ruedas que hay en mi habitación. “Qué alegría que tenga ruedas, no pienso mover un pié” pienso en voz alta, para que se entienda que, o bien la merienda se me hace sola y camina hacia mí, o no meriendo esta tarde. Me asedian los planes para esta noche y lo único que realmente deseo es estar tumbado boca arriba. Ni dormir siquiera, sólo recostarme. Por lo pronto prescindí de conciertos (dos nada menos) y de una noche de charla con mis amigos.

Estoy cansado física y psicológicamente. He dejado las puertas del aburrimiento abiertas. Hoy me he cansado de todo: de barullo y gritos, de llantos y risas, de bromas de buen y mal gusto, de ver a gente pasear por los pasillos con su careta limpia, del “hoy es viernes, hoy es viernes”, de dientes y cine asiático, de loterías de Navidad y de “yo no entiendo esto”, de gasolineras y atascos…

Me puede el tedio de ser de “otro planeta” o de “hablar otro idioma”. Estamos condenados al lenguaje escrito.

Y al llegar a casa, el “sniper” que vive conmigo y al que yo llamo “madre”, me dispara a bocajarro esas cuatro palabras con las que empezaba esta disertación sobre el agotamiento: “¿Qué tal tu día?”

- Bien, mamá. Algo cansado.

3 comentarios:

  1. Recarga las pilas que mañana será otro día. A la camita para soñar con playas, canciones, y un ascensor... xDD

    Muuuuuuuuak.

    Silvy.

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  2. ¿fuiste a por la guinda, garfio? yo puse la nata... actualizaré de ejércitos y fronteras... tú ya lo sabes

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  3. ... vengo de ver "Ágora" (te la recomiendo, Curro)

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