Déjame que me acomode. Necesito poner en orden la cabeza y el corazón, aunque sé que no voy a ser capaz de hacerlo en estos momentos.
¿Cómo explicarte?
[tomo aire]
¿No te cansas de probar si te quiero? ¿No te queda claro?
A veces no entiendo por qué decidí complicarme la vida a tu manera y no centrarme en los problemas que tiene la gente normal. Como si no costara nada tener que estar pensando en cómo llegar a fin de mes y en recortar gastos de donde sea. Como si no bastara con los problemas “normales” como los del trabajo o la familia, encima tengo que estar en lo tuyo.
Tú, sin embargo juegas a ser del antiguo testamento conmigo. Nunca se me olvidará la primera vez que escuché a Gema decir: “Dios era un cabrón hasta que llegó Jesús” Pues bien, más o menos eso es lo que siento ahora mismo. ¿No podrías ponerme las cosas un poco más fáciles? No. Primero me tientas, me haces comprender el significado de la comunidad, me llevas al lugar donde empezó todo para sanar heridas (que ya te vale… podrías haber usado otros métodos) y por último, cuando creo que las cosas van a empezar a girar del modo natural, me haces pasar la prueba de fuego. Me sitúas delante de los dedos que señalan, haces que, sin venir a cuento, vuelvan a disparárseme las balas que ya llevaban mi nombre sin darme ninguna opción a llevar coraza.
¿No te cansas de llevarme al desierto? ¿Cuántas veces más vas a confundirme el camino?
De verdad que no te entiendo. Sabes que soy nada, que tengo muy poca estabilidad y demasiada inseguridad. Sabes que mi vida no va del todo bien desde hace más de un año (Tú lo sabes todo… ¿por qué lo compruebas constantemente?) Sabes que continúo sin saber dónde está mi sitio, y que sigo planteándome la posibilidad del cambio e incluso de dejarlo todo ¿Cómo me haces estas cosas?
Sabes muy bien también que yo no tengo por qué decirte “hágase”
Hoy durante la comunidad me ha venido a la cabeza una frase: “Dios te habla tan claro ahora como cuando tienes la impresión de escucharlo perfectamente”. Le he estado dando vueltas mucho tiempo. Después ha sucedido el traspiés. ¿Cómo tengo que interpretar eso?.
Ahora estoy muy dolido con todo esto. Y contigo. Y además, contigo también enfadado. Que no te engañen las lágrimas y el pellizco en el pecho. Te lo digo muy sereno. Juro que me falta sólo una pizca para mandarte a la mierda, a Ti y a Tu Reino. Así que explícate. Es tu turno de palabra.
Habla.
(Otra vez la sensación amarga de etiquetar la entrada con la palabra “naufragio”)
Quizá sea una osadía escribirte, puesto que, por supuesto, no es de mí de quien esperas respuesta, pero esto es sólo un comentario. Creo que, simplemente, tener la suerte de conocer a Dios y poder hablar así con Él, de tú a Tú, ya es suficiente razón para salir a flote en cualquier naufragio aunque a veces la barca se tambalee y no entendamos por qué.
ResponderEliminarMe voy a la cama con tu reflexión y tus palabras que haré un poco mías con tu permiso.
Un beso, descansa.
con el corazón encogido del tamaño de un guisante...
ResponderEliminarEstas son las consecuencias de no haber hecho bien las cosas. Piensa si has hecho tú bien las cosas.
ResponderEliminarUf! que difícil decirte nada, Curro. Cuando -como dice Sunrise- las "Palabras" que esperas, mejor si te llegan de "Otro".
ResponderEliminarPero aún con todo, quiero que sepas...
que eres muy valiente.
Tiene mucho mérito el que se sincera -también consigo mismo- y habla las "cosas" a la cara.
A "su cara".
Demuestras coraje al no abandonar "a la primera de cambio"; enfrentándote una vez más con el "desierto".
Reflexionando, preguntándote
(se vislumbra que todo esto te preocupa mucho y eso ya, es una pasada!)
Solo quería que supieras...
que se te escucha, que seguro "Te escucha".
Ójala obtengas respuesta.
Un compañero abrazo.
Aunque no hablemos mucho, abro el libro y dice:
ResponderEliminarMáquina para poner palmeras en el desierto y hacer un oasis.
Y... Maquinación para mandar a todo el mundo a la mierda.
Te queremos
Igual, no es tu sitio...nunca serás feliz en él.
ResponderEliminarIgual, sí es tu sitio...serás el más feliz y ahí te hablará Dios.
Solución1: Cuando Dios te cuente al oído su plan, si crees que vas a ser feliz... lo tomas, si crees que no vas a ser feliz... lo dejas.
Solución2: Te abandonas.
Tú eliges... pero eso sí... cuando Dios te hable.
HABLA