“en las bibliotecas se liga” era la frase que acompañaba mi intención de estudiar, desde hoy mismo, en la biblioteca de la Uned.
Lejos de esa afirmación, esta tarde bibliotecaria ha sido de recogimiento y estudio prolongado, pausado y provechoso, aunque sí con sorpresa.
El silencio de hojeo de libros, pasos en el parquet y carraspeos ahogados inunda la sala haciendo cómoda su estancia. La gente mira atenta sus sabidurías personales mientras “el saber general” reposa sobre las estanterías marcadas con números en grande en la parte superior y la materia correspondiente debajo de cada estante.
Llego antes de la hora prevista y subo las escaleras hasta el primer piso, donde busco acomodo y saco de mi mochila el libro de psicología del desarrollo, la libreta y el estuche y dejo estos materiales encima de la mesa sólo por ocupar el sitio de estudio. Entonces me dispongo a buscar algún libro que necesite de la biblioteca. Encuentro uno marcado en la base de datos con la etiqueta 800.7 Esc Art. Bajo al piso a buscarlo y me paseo por las estanterías para orientarme. De repente llego al gran número 8 donde ha de estar el libro de “las artes del lenguaje”, pero no aparece por ningún sitio. Pregunto al bibliotecario y me indica otra estantería en la que tampoco está así que desisto de mi búsqueda y vuelvo a subir y prepararme para el estudio. Siguen quedándome cinco minutos de margen para hacer “el ganso” y distraerme con las musarañas, pero prefiero hacerme el aplicado y saco mi marcador amarillo fluorescente y subrayo la primera frase cuando noto que alguien se acerca a mi mesa. Levanto la mirada y reconozco una cara de hace algún tiempo ya.
- ¡Hombre, que casualidad! (entre exclamaciones pero siempre bajito, en tono biblioteca) – le digo
- ¡Cuánto tiempo! – me responde Romu - ¿salimos un momento y hablamos?
Entonces salimos a la puerta de la biblioteca y nos saludamos en condiciones, sin protocolos silenciosos, y me comenta por qué me lo he encontrado allí, y es que estudia Física a distancia y se pasa 8 horas al día aproximadamente en aquel primer piso. Le cuento mis andanzas estudiantiles y cruzamos un par de frases sobre mi trabajo, los antiguos compañeros y las quedadas a las que yo no pude ir por mi torpe rodilla, que, crucemos los dedos, últimamente no me está dando demasiados problemas.
Todos sabéis que yo no soy de hablar, que me cuesta un poco, que prefiero otros métodos de comunicación. Él tampoco es extenso en palabras, así que tras ese par de frases hemos decidido volver al estudio.
No habrían pasado ni cinco minutos de charla, sólo el tiempo que se tarda en llenar una botella de agua en la fuente y un par de miradas fugaces a la sala donde nos encontrábamos, pero ya me ha servido para dos cosas: primero) para encontrar compañero de estudio, siempre que elija la biblioteca como “sitio oficial”. segundo) para comprobar que los reencuentros suelen suceder donde menos te esperes (¿más pruebas?)
Vuelvo a mi asiento, recojo mis “pertenencias” y me mudo a su mesa, para sentirme acompañado, aunque no hemos cruzado palabra. Media hora después ha considerado que su jornada de 8 horas de estudio ha concluido, ha recogido sus cosas y ha acabado nuestro encuentro con un sencillo “aquí estoy de lunes a jueves, más o menos hasta esta hora”. Yo me he despedido con un “te buscaré” y una sonrisa, un apretón de manos y he continuado mi estudio de los procesos psicológicos del bebé.
Es siempre grato encontrar caras conocidas sea cual sea el ámbito en el que te encuentres.
imagen: “Library” de derkris (http://derkris.deviantart.com)
Cuando yo estudiaba en la biblioteca, todos los asiduos nos sentábamos en los mismos sitios, ahora mismo podría dibujar la planta con todos los personajes que inventé sentados cada uno en sus sitios y Rubén delante mía, al lado Ramón, junto a Rubén, Carolina, en frente Chica y Eva, Irene y Fran... jajajaja
ResponderEliminar¡¡Quiero volver a ser universitaria!!
Ese tipo de encuentros se pueden convertir con el tiempo en grandes historias
ResponderEliminarde amistad, de amor, de reencuentro o simplemente una anécdota de la cual algún día se te antojará escribir
cuando el contacto humano es el idóneo la vida se vuelve mejor.
Abrazo
Hoy no dejo ningun Comentario. Pero no quería pasar sin decir nada
ResponderEliminar(y es que yo -generalmente- "soy de hablar")
así que... Un saludo, Curro
porque -como dices- siempre son gratos los reencuentros.
Hace pocos dias me reencontré con alguien de mi época de estudiante.Realmente ví reflejada una sincera alegría en su cara, al igual que supongo él pudo reconocerla en la mía...no había cambiado prácticamente en nada, y esa percepción me hizo sentir bien...como si aquel tiempo...no fuera tan lejano..Un besito..
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