jueves, 19 de noviembre de 2009

De cine de terror

Mi fanatismo por las películas de terror es muy tardío. Creo que vi por primera vez una película de terror entera con 15 o 16 años, y fue abrazado a un cojín (barrera psicológica excelente) y apartando la vista de vez en cuando.

De pequeño me aterraba la idea de que la gente hiciera películas para pasarlo mal. De hecho, mis padres no podían ver cine de terror mientras yo intentaba dormirme porque sólo con el ruido de los gritos o los golpes tenía las pesadillas más horribles que se puedan imaginar.

La cuestión es que ahora veo todas las películas habidas y por haber en ese género, pero hay una que no soy capaz de ver. Su carátula es la más aterradora que me viene a la memoria, y eso que es muy simple.

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La película es “El dentista”. Una vez haciendo zapping vi una escena de ésta en la que hay una persona con una especie de cepo en la boca. Debido a esa escena me negué a ir al dentista durante toda mi infancia y adolescencia. La primera vez que pisé un dentista fue acompañando a un amigo y no fui capaz de pasar ni a la sala de espera, me quedé en la puerta. Mi primera visita personal fue a los 19 años. Conseguí huir de él durante 19 años seguidos, incluso habiéndome partido con 10 años los dos paletones debido a una caída. Después de ese tiempo no pude escaparme más.

Fue entonces cuando mi terror hacia esa profesión dejó de ser debido a las películas y empezó a ser por experiencia propia. Una extracción que debía ser simple se complicó “un poco”. La muela se partió en trocitos y uno de ellos se quedó dentro de mi encía. El “doctor” (si es que se merece ese nombre) tuvo que dejar la extracción y dejar que se me curara la encía para, una vez sana (¡una vez sana!) continuar la operación rajando la encía para extraer el trozo que faltaba. Anduve con puntos en la encía casi un mes. Mi memoria se pierde tras el trauma, pero mi madre siempre me recuerda que me daba cabezazos contra las paredes del dolor que tenía.

Todo este trauma que os explico hoy es debido a mi vuelta al dentista. Esta vez he podido huir durante 5 años más, pero hoy he visitado de nuevo esa consulta que temo (esta vez es otra consulta diferente) para que una especialista muy simpática me diga que tengo la boca hecha un asco y que la broma me va a costar nada más y nada menos que 2000 euros  que podré pagar en cómodos plazos.

Ahora no sé que me traumatiza más: si volver a sentarme en ese sillón o tener que hipotecar mi persona para pagarlo.

Qué caro está el mundo. Eso sí que es una peli de terror.

7 comentarios:

  1. Yo también odio las visitas al dentista, es como entrar en la cabina de los horrores Yo pagaría el doble, por no tener que ir, que ya es decir ¡

    Un gran abrazo

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  2. ... y cuando no es una, es otra. Hoy -precisamente- he tenido reunión de vecinos y (como siempre que se convocan) a pagaaaaar!

    Me consuela pensar que es es en beneficio propio.
    Un saludo de los de "Signal", Curro.

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  3. Gracias por tu cálida visita Ayllón. No he podido encontrar "Creo en ti", pero acabo de escuchar "para tocar el cielo", que me ha encantado. Seguiré buscando.
    Gracias por tu consejo.

    Abrazos

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  4. Por estas casualidades me he topado con tu blog y me ha encantado.

    Con tu permiso, me quedo por aquí.





    John W.

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  5. Muy buena nota y me ha gustado tu blog.

    Saludos.

    Alejandro

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  6. ¡Ay, pobre! He de confesar que tras leer la primera parte de tu post tan serio y bien escrito, al ver la carátula de la peli he pensado que estabas de broma y me he partido de risa. Luego ya se me ha pasado. Ahora valoro mi suerte, yo también me caí de boca a los 16 y no tuve que volver para un repaso hasta los treinta. Eso ha sido todo. Soy como un topo, pero no tengo una caries. Así que, me pongo en tu lugar y estaría aterrorizada. Ánimo, seguro que te dejan estupendo y el pastón de libra de problemas bucales y de traumas a la vez. Visto así es un chollazo :)
    Besotes.

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  7. No debes tener miedo al dentista, piensa que es un artista, y tus dientes son la arcilla que moldea. Si pones tu alma y destino en sus manos, todo saldrá bien. De lo contrario... el final puede ser fatal. El Peíto y el Risitas nunca pusieron su corazón cuando visitaron al dentista... y así acabaron sus encías.

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