lunes, 10 de agosto de 2009

Y ya no sé

No tengo a dónde escapar.

Las paredes de mi habitación me aprietan el pecho. Su celeste claro pierde el brillo tornándose en el color del miedo, el que me lleva persiguiendo meses y meses. Y ya no sé sonreír para contrarrestarme.

Salgo a pasear a la calle y me asaltan ahogados gritos de terror de los seres que se cruzan conmigo. Los veo también en los muros desconchados, en pintadas inmundas y esparcidos por los suelos. Y ya no sé desoírme.

La ciudad se me hace pequeña, no quepo en ella. Se me aloja en las costillas y clava su aguijón en el pulmón izquierdo para notarla a cada suspiro. Y ya no sé si no suspirar por marcharme.

El tiempo me pesa. Quisiera pararlo a golpe de voluntad. Destrozo los relojes que me encuentro en mi camino. Miro al sol con ira ordenándole que se detenga ahí arriba, que no alcance el oeste. No quiero más cuentas atrás. Y ya no sé descontarme.

En ese lugar que llaman casa huele a tristeza. Las marquesinas de las puertas, húmedas de llanto, crujen quejándose por las caras que pasan a su lado. Casi todo es silencio y pesadumbre. Vivimos porque nuestro corazón late, pero somos muertos de pena. Y ya no sé no ser.

Dios está ocupado. Hay tantas cosas que hacer… Me mira en silencio esperando que le hable. Y ya no sé rezar.

 

 

(por favor, no comenten)

2 comentarios:

  1. e
    n

    b
    l
    a
    n
    c
    o




    (no comento pero quede constancia que estoy, estamos por si nos necesitas. Un abrazo suavito)

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  2. Y si no nos dejas actuar, ¿para qué estamos todos los que formamos parte de tu vida y nos has hecho parte activa de tu proyecto?
    Es en estos momentos es donde necesitas más que nunca un abrazo, un beso, un reproche, un capón, una sonrisa, un te quiero. Sigue permitiéndonos meter la pata y ofrecernos la oportunidad de sacarte de este miserable estado. No pierdas lo más valioso que tienes, si quieres...

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