Encontrarme con Él no ha supuesto un cambio drástico en la marcha de mi vida, pero sí que me ha removido por dentro:
He vuelto de los ejercicios espirituales siendo la misma persona, con los mismos problemas, con las mismas miserias (e incluso más…), Pero ahora tengo algo que antes no tenía: Paz en Dios, Paz de Dios.
El hecho de sentirme acompañado por Él supone un cambio de esquemas, de puntos de vista, esencial para vivir pleno y tranquilo.
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“Imagen de Dios soy, semejante a Dios nací” reza una canción de Brotes de Olivo.
Al tiempo, July lanzó la idea de que en cada persona hay un trocito del amor de Dios, y si no queremos saber nada de alguien en concreto, nos perdemos ese trozo de Dios que tiene.
Durante estos ejercicios sólo he sentido deseos de abrazar ese trocito de Dios que habita en ella, de mirarme en sus ojos de hermana como me miro en los del “Cristo joven”.
Tanto es así que ayer decidí lanzarme al vacío y pedirle su abrazo, arriesgándome a no ser correspondido, no ser comprendido e incluso ser rechazado.
Lejos de eso, ella aceptó mi petición. Y Dios, infinitamente bueno, calmó mi sed.
Este es uno de los grandes argumentos para vivir y motivo para hacerlo apasionadamente.
ResponderEliminarJohn W.
Y eso que ya no tienes barba!!!
ResponderEliminarUf! esta July
ResponderEliminar... pues que ya tengo para pensar unas cuantas noches, antes de dormir.