«Elías temió y emprendió la marcha para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su criado. Él continuó por el desierto una jornada de camino y al final se sentó bajo una retama y se deseó la muerte:
- ¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!
Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel le tocó y le dijo:
- ¡Levántate, come!
Miró Elías y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo:
-¡Levántate, come! Que el camino es superior a tus fuerzas.
Elías se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios. Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y el Señor le dirigió la palabra:
-¿Qué haces aquí Elías?
Respondió:
-Me consume el celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derruido tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme.
El Señor le dijo:
-Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va a pasar!
Vino un huracán tan violento, que descuajaba los montes y hacía trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie en la entrada de la cueva.»
1 Ry 19, 3 – 13
Me marcho a encontrarme con Él. Necesito unos días de búsqueda, unos ejercicios espirituales.
Tienes mucha suerte. Y más que te deseo.
ResponderEliminarUn beso.
Llego a esta Entrada -ya a tu regreso de los Ejercicios; después de dejarte Comentario en las siguientes que has colgado- pero seguro que -y por lo que cuentas líneas más arriba- sigues en esa búsqueda.
ResponderEliminarGenial! ... Un saludo de brisa tenue.