Tengo un agujero en mi zapato izquierdo debido al desgaste de tanto camino hacia adelante y hacia atrás. La plaquita metálica que hace de horma y plantilla asoma por el agujerito de la goma haciendo un gracioso “clic” a cada dos pasos (recuerdo que es sólo el pie izquierdo…)
Mi madre está deseando tirar los zapatos, pero no puede por dos motivos: me encantan y son los únicos que tengo. Así que lo más seguro es que sus majestades de oriente me traigan este año un par de zapatos nuevos.
El inconveniente que tienen es que es invierno y en esta época del año las brisas heladas esperan detrás de las esquinas para rozarte las mejillas y las nubes se reúnen para llorar en común las desdichas de la madre tierra. ¿Que por qué es un inconveniente? Está claro, lleva tres días lloviendo en mi tierra y me paso las tardes caminando, así que siempre llego a casa con el pie izquierdo empapado.
Te estarás preguntando, lector, por qué te hablo hoy de mis zapatos. Pues bien, hoy me di un largo paseo en balde (sin entrar en detalles), caminé casi cuarenta y cinco minutos bajo la lluvia. Tomé el camino que pasa junto a la estación de autobuses y volví a ver a gente acostada en el suelo, como de costumbre, arropadas por unos cartones, pasando frío y hoy, por si fuera poco, con el temporal. No sé qué cara tienen, no me atrevo a mirarlos, me avergüenzo. Cada día que paso a su lado pienso en recoger mantas usadas y dárselas o en preparar una noche café e invitarlos. La cuestión es que andar a su lado me mueve el corazón.
Esta noche al llegar a casa con el pie izquierdo empapado y mientras me acomodaba pensaba: “Ellos acabarán de agua hasta arriba, qué injusto”
En fin, he decidido seguir usándolos hasta que ya no aguanten más. Me recuerdan que hay gente durmiendo en el suelo al lado de mi casa y que no pueden preocuparse de si sus zapatos tienen un agujero, pues a lo mejor ni tienen zapatos.
Soy inmensamente rico. Me he dado cuenta por un agujero en el zapato.
Siempre me sorprendió de Roca que no sentía pudor, ni reparo al acercarse a los más desfavorecidos. Más de una vez y más de dos ha levantado a alguien del suelo para llevarlo al hogar o se ha sentado a escucharlos durante horas. A veces envidio ese "no tener nada que perder" que Roca hace vida.
ResponderEliminarHoy era el aniversario de mis padres y, para celebrarlo con ellos, después de ir los cuatro juntos a misa, hemos ido Javi y yo a ayudarlos en el comedor de Cáritas. Al principio me temblaban las manos, me sentía tan interrogada... Después sentí sed de servir a diario y me sentí pequeña intercambiando con desconocidos que no saben mi idioma sólo "gracias" y "de nada".
Así que hoy, entiendo que no quieras cambiar tus zapatos.
Buenas noches, pequeño.
Soy inmensamente rica.
ResponderEliminarYo no he necesitado un agujero en el zapato.
Soy inmensamente rica cada vez que te leo.
Incluso cuando no lo hago (porque no puedo y te reservo para cuando puedo disfrutarte con tiempo) soy consciente de que soy inmensamente rica.
Saberte ahí es suficiente para llenar las arcas de mi felicidad, las de todos los que te disfrutamos, Curro.
:)
Feliz nochebuena. Felices fiestas.
Para ti y los tuyos,
los que están y los que ya no pero que siempre estarán contigo.
Forman parte de ti.
De ese Curro que todos disfrutamos.
Te dejo besos y abrazos.
Unos fresquitos, los otros acogedores.
Bonito post...
ResponderEliminarA mi tambien me gustan mis zapatillas con agujero. Me temo que no soy tan solidario como vosotros, pero no soy tan tonto como para no darme cuenta de que soy un privilegiado.