Hacía ya mucho tiempo que no cambiaba las cuerdas de mi guitarra.
Las circunstancias exteriores y mis cambios de ánimo han ido haciendo mella en mí y he ido dejando cosas que me hacen crecer. Una de las primeras que abandoné fue tocar la guitarra en serio. He ido acariciándola para que susurre, pero hacía mucho que no la mordía con los dedos ni me abrazaba a ella.
Como consecuencia de eso las cuerdas se han ido ensordeciendo y cada vez suenan más feas e incluso se pueden romper. La canción se empobrece, pierde brillo y dejas de tocarla. Y de cantarla.
Hoy es el día en que pienso: «he de cambiar las cuerdas.» Busco en mi maleta si tengo repuestos y empiezo a quitar las cuerdas antiguas, ya con marcas del uso, sucias y oxidadas. Limpio la guitarra y comienzo a poner las nuevas. Al principio se escapan y hay que empezar de cero, porque no están amoldadas al sitio que les toca, ya que han permanecido enrolladas mucho tiempo. Al colocarlas se afinan, se tensan, se vuelven a afinar, se tensan otra vez, se afinan de nuevo… Así hasta que tengan la tensión suficiente para no desafinarse solas. Y hecho esto llega el primer acorde, que en mi caso suele ser un Mi Mayor porque es el primero que imagino (paradójico, sin duda)
Entonces todo cambia de brillo y pienso en componer, pero al final me sale la misma canción de siempre. Solo que esa misma canción de siempre tiene otro color y vuelve a enamorarme.
Discierno lo ocurrido en mi guitarra y pienso: «Es hora de escribir en el blog. Creo que mi vida se merece ya un cambio de cuerdas»
Un cambio de cuerdas y nuevas canciones, por fi! :)
ResponderEliminar¡tienes razón!Un abrazoooooo
ResponderEliminar