Últimamente me ha dado por verme reflejado en los cuentos... hace poco fue Peter Pan, hoy me siento como Hansel camino a no se donde.
Para quien no recuerde bien el cuento, es aquel en que dos niños, perdidos en el bosque, encuentran una casita de dulce en el que habita una bruja, que los captura y los ceba para comérselos, pero consiguen escapar de la trampa y arrojan a la bruja al horno donde los iba a cocinar.
Pero lo que me interesa de este cuento es precisamente el comienzo, justo antes de andar perdidos por el bosque.
Os refresco la memoria:
«Hansel y Gretel vivían con su padre, un pobre leñador, y su cruel madrastra, muy cerca de un espeso bosque. Vivían con muchísima escasez, y como ya no les alcanzaba para poder comer los cuatro, deberían plantearse el problema y tratar de darle una buena solución.
Una noche, creyendo que los niños estaban dormidos, la cruel madrastra dijo al leñador:
-No hay bastante comida para todos: mañana llevaremos a los niños a la parte más espesa del bosque y los dejaremos allí. Ellos no podrán encontrar el camino a casa y así nos desprenderemos de esa carga.
Al principio, el padre se opuso rotundamente a tener en cuenta la cruel idea de la malvada mujer.
-¿Cómo vamos a abandonar a mis hijos a la suerte de Dios?, ¡quizás sean atacados por los animales del bosque! -gritó enojado.
-De cualquier manera, así moriremos todos de hambre -dijo la madrastra.
Y no descansó hasta convencer al débil hombre, de llevar adelante el malévolo plan que se había trazado.
Mientras tanto los niños, que en realidad no estaban dormidos, escucharon toda la conversación. Gretel lloraba amargamente, pero Hansel la consolaba.
-No llores, querida hermanita-decía él-, yo tengo una idea para encontrar el camino de regreso a casa.
A la mañana siguiente, cuando salieron para el bosque, la madrastra les dio a cada uno de los niños un pedazo de pan.
-No deben comer este pan antes del almuerzo -les dijo-. Eso es todo lo que tendrán para el día.
El dominado y débil padre y la madrastra los acompañaron a adentrarse en el bosque. Cuando penetraron en la espesura, los niños se quedaron atrás, y Hansel, haciendo migas de su pan, las fue dejando caer con disimulo para tener señales que les permitieran luego regresar a casa.
Los padres los llevaron muy adentro del bosque y les dijeron:
-Quédense aquí hasta que vengamos a buscarlos.
Hansel y Gretel hicieron lo que sus padres habían ordenado, pues creyeron que cambiarían de opinión y volverían por ellos. Pero cuando se acercaba la noche y los niños vieron que sus padres no aparecían, trataron de encontrar el camino de regreso. Desgraciadamente, los pájaros se habían comido las migas que marcaban el camino. Toda la noche anduvieron por el bosque con mucho temor observando las miradas, observando el brillo de los ojos de las fieras, y a cada paso se perdían más en aquella espesura.»
Hansel sabía perfectamente que cada paso que daba le alejaba más del lugar donde había sido feliz.
El miedo a no volver nunca hizo que fuese dejando aquellas migas de pan en el camino, y estoy seguro que ese miedo fue lo que le hizo pensar que hasta sería una buena idea.
En este punto es donde estoy yo.
Hace un tiempo que vengo dejando migas de pan para regresar al lugar de donde partí.
Como Hansel, sé que voy a perderme, pero tengo la esperanza de encontrar algún rastro que los pájaros no se hayan comido.
Quizá espere en vano que alguien venga a buscarme mientras quede un poco de luz.
Si al menos supiera por qué comencé a caminar bosque adentro...
No quiero perderme.
Tesoro rescatado de “Cuentos Compartidos” (http://curroayllon.spaces.live.com)
6 de Mayo de 2007
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